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El valor del juego en la infancia.

Jul 23, 2025image

A veces creemos que el juego es solo un pasatiempo, una forma de entretener a los niños mientras los adultos nos ocupamos de “lo importante”.

Pero, ¿y si el juego fuera precisamente lo más importante?

El valor del juego no se limita a la infancia, lo sentimos incluso cuando ya somos adultos, sin darnos cuenta. A veces basta con reencontrarnos con un objeto, una carta, una canción, para que algo se active. Es cómo una mezcla de alegría, ternura y nostalgia, es un deseo de volver a sentir lo que alguna vez nos ilusionó, o la apertura a ver nuestra realidad desde nuevas perspectivas.

Porque precisamente eso hace el juego: abre nuevas opciones desde nuestra imaginación.

El juego como oportunidad de conexión

El juego y los hobbies son una oportunidad para reencontrarnos con nuestras emociones, un espacio para desconectar de la agitación del día a día, o incluso entrar en un estado de flow que propicie la creatividad. Y, por qué no, también es una oportunidad para inspirarte.

El juego fue mi detonante para crear esta nota del blog. De niño, la franquicia de Pokémon me marcó. Imaginarme viajando por el mundo, viviendo aventuras y atrapando a los 151 Pokémon de Kanto fue un juego continuo durante mi infancia.

Un par de años atrás, durante la pandemia, tuve la oportunidad de reconectar con esa ilusión a través del coleccionismo. Es mi manera de volver a sentir esa emoción pura, casi mágica, que me atravesaba de chico. Cada carta me recuerda lo importante que es ilusionarse y soñar, y me ayuda a trasladar esa energía a lo que hoy emprendo.

Por eso es clave entender que eso que nosotros recordamos con tanta fuerza, los niños lo están viviendo ahora, en tiempo real. Para ellos, el juego no es una actividad más, es una forma de estar en el mundo, de conectar con los demás y con ellos mismos. Juegan para expresarse, para entender lo que sienten, para vincularse. El juego no es una distracción: es su lenguaje.

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El juego como lenguaje

Para los niños, el juego es una forma de comunicarse. Dibujan, imaginan, dramatizan, construyen y se construyen a sí mismos a través del juego, no solo porque les divierte, sino porque es así como expresan lo que sienten, lo que piensan y lo que necesitan. Juegan para entender, para cuestionarse, y también para contarnos eso que todavía no saben decir con palabras.

Cuando nos tomamos el tiempo de jugar con ellos, entramos en su universo sin imponer el nuestro. Les estamos diciendo:

“Estoy aquí. Quiero ver lo que estás viendo, sentir lo que estás sintiendo. Quiero ser parte de tu mundo.”

No se trata de tener el juego más creativo, el dibujo más bonito o la actividad más didáctica. Se trata de comprender qué se juega, cuál es nuestro rol en ese juego, y participar activamente.

Cuando lo hacemos, el juego se convierte en un mapa emocional, observá con atención:

¿Qué situaciones se repiten en sus dibujos o historias?

¿Qué personajes aparecen?

¿Qué lugar ocupa tu hijo en esas historias?

¿A qué miedos o conflictos se enfrenta en el juego?

¿En qué momentos se emociona más?

El juego es un espacio revelador, un espejo emocional y una oportunidad genuina para conectar con nuestros hijos, hablando su propio idioma.

Jugar también nos transforma

Cuando jugamos con nuestros hijos, no solo los acompañamos. Nos transformamos.

Aparece en nosotros una versión (tal vez olvidada, pero no perdida) la que se ilusionaba con las cosas pequeñas, la que se inventaba mundos, la que podía perderse en el tiempo y volver a estar presente.

Solo cuando nos reencontramos con ese niño o niña que fuimos, algo se ablanda. Bajamos las expectativas, soltamos el control, y empezamos a mirar con más empatía y menos prisa lo que les sucede a nuestros hijos.

Jugar es educar emocionalmente

En Mundo YÜ, el juego es un pilar. Porque cuando dejamos de enseñar desde la autoridad y empezamos a acompañar desde la conexión, el juego se vuelve nuestro mejor aliado, la forma más natural y poderosa de educar emocionalmente.

No hacen falta grandes recursos ni tiempos perfectos. A veces, basta con sentarte en el piso, dejarte guiar por tu hijo o hija, permitir que tu imaginación fluya… y simplemente, sentir.

Escrito por: Psic. Stefan Meroslaw. CEO de Mundo YÜ.
Editado por: Verónica Espinoza.

Mundo YÜ es una propuesta de educación emocional personalizada para colegios, familias y docentes en América Latina.